lunes, 25 de junio de 2012

Del Litio y otros Recursos


Por Jorge Oyarzún M. (Geol. Dr. Sc.)
Prof. Geología Económica e Ing. Geoambiental, U.L.S.

El desarrollo de grandes espacios económicos en Asia, junto con el crecimiento de la población mundial, han potenciado la demanda, y por lo tanto el precio de los recursos o commodities. Esto ha generado una oportunidad económica importante para los países productores, alterando la situación de intercambio desfavorable que los afectaba. En este momento las industrias vinculadas a las  nuevas tecnologías electrónicas, del campo de la ciencia de los materiales, de la química, etc., demandan la casi la totalidad de los  elementos de la Tabla Periódica. En consecuencia se necesita un creciente volumen de una gran diversidad de elementos químicos,  tradicionales, (como hierro y cobre), y no tradicionales, como los de las tierras raras o lantánidos. En el caso de estas últimas, que incluyen 14 elementos, desde el cerio al lutecio, el alto crecimiento de la demanda ha llevado a su principal productor, China, a limitar su exportación, con la natural preocupación de los grandes países consumidores. En consecuencia, es previsible una creciente demanda, escasez y precios de aquellos elementos más requeridos.

El  litio, elemento presente en adecuadas concentraciones en las salmueras del Salar de Atacama (Antofagasta), es especial por sus características físicas y químicas. Perteneciente al grupo de los elementos alcalinos, se trata del metal de menor número (3) y peso atómico, y su densidad (535g/dm3) es la mitad de la del agua. Se prevé que su demanda se incremente mucho en el futuro por su utilización en pilas de alto rendimiento, baterías para automóviles híbridos y eléctricos y otras aplicaciones. Con ello debería subir su precio, a menos que se genere una sobreoferta del metal, cuya producción actual llega a unos 14 millones de toneladas, de los cuales Chile (principal productor) aporta alrededor de un tercio.

En consecuencia, un elemento central de la actual discusión en torno a las nuevas concesiones de explotación debería ser el estudio de cómo afectará los precios futuros de este elemento un aumento significativo de la producción, cuya magnitud no podrá ser controlada por el Estado. El argumento de que conviene aumentar su ritmo de extracción para evitar una situación similar a la que afectó al salitre después de la Primera Guerra Mundial carece de toda validez. Ello, porque el  nitrato sintético se elabora con nitrógeno de la atmósfera, constituida en un 78% por ese elemento. En cambio, el litio es un elemento de notables y únicas propiedades, que necesariamente debe valorizarse progresivamente en el futuro. Al respecto, el caso de las tierras raras nos ofrece una valiosa lección sobre cómo enfocar el tema de la explotación del litio.

jueves, 14 de junio de 2012

RIESGOS GEOLÓGICOS Y EVALUACIONES DE IMPACTO AMBIENTAL


Aunque las evaluaciones de impacto ambiental consideran principalmente los efectos de las operaciones normales de los proyectos, los mayores impactos son consecuencia de posteriores operaciones defectuosas (caso Freirina), y los más graves,  de situaciones de emergencia causadas ya sea por fallas humanas (Chernobyl) o por eventos naturales (Fukushima). Al respecto, este último caso muestra claramente como un tsunami puede desencadenar una catástrofe ambiental de enorme magnitud. Sin embargo, pese a los reconocidos riesgos geológicos que enfrenta nuestro país, su consideración parece ser relativamente menor frente a otros factores ambientales, como los de carácter biológico o arqueológico. Ello puede explicar en parte el curioso caso del proyecto de la central hidroeléctrica de Río Cuervo (640 MW), situada sólo 15 km al norte del  Fiordo Aysén y comunicada con éste  por el río del mismo nombre. Aprobado el proyecto por la Comisión de Evaluación Ambiental de la Región el 7 de mayo pasado, tan sólo dos días después fue considerado ilegal por la Corte Suprema. La causa de tal decisión fue un estudio geológico demandado por Sernageomin, el cual debía realizarse antes de la construcción del proyecto, pero que no fue considerado como condición previa para su aprobación ambiental.
Hasta ahí la situación no parece revestir mayor gravedad, pero la apreciación cambia cuando se consideran las especiales características del sitio, situado en  una rama NE de la gran falla Liquiñe-Ofqui, que se extiende por casi mil km entre la latitud de Valdivia y la Península de Taitao, y que controla la distribución de los volcanes activos, como el Chaitén y el Hudson. Precisamente en la misma zona del Fiordo Aysén se había propuesto años atrás el proyecto Alumysa, de refinación de aluminio, el que incluía tres centrales hidroeléctricas como fuente energética. Presentado en 2001, ese proyecto fue retirado por el proponente en el 2003, al encontrar oposición de la industria salmonera y turística regional. Sólo cuatro años después, el Fiordo de Aysén fue afectado por un “enjambre sísmico” que culminó con un tsunami (11/04/2007), causado por desprendimiento de rocas de los cerros que lo flanquean, el que costó vidas humanas y fue motivo de alarma pública. Ese evento confirmó el carácter activo del segmento de la falla que afecta al Fiordo Aysén, así como su vulnerabilidad frente a eventos de remoción en masa como los responsables del tsunami local originado. En consecuencia es difícil imaginar que un estudio geológico del lugar pueda entregar un resultado favorable respecto al emplazamiento del embalse.
Si consideramos el comprensible sentimiento que producen las pérdidas de vidas como consecuencia de eventos naturales, y las consecuencias políticas y procesales esperables en la actualidad, llama la atención que los riesgos geológicos no merezcan una preocupación mayor. Tal vez ello se explica porque pese a nuestra determinante condición geológica no hemos logrado desarrollar una auténtica cultura nacional en ese campo científico. Es una tarea pendiente importante, al igual que lo es el logro de una visión más amplia de lo que entendemos por impactos ambientales y su evaluación real y efectiva.