La baja del
precio del petróleo y sus derivados ilustra las oportunidades y riesgos que
implica la industria de los recursos minerales. Los que
denominamos yacimientos (de petróleo, cobre, litio, etc.) albergan una fracción
insignificante de los recursos de la corteza terrestre. La mayor parte de ellos
se encuentra diseminada en bajas concentraciones o en formas difíciles de
recuperar. Sin embargo, los avances tecnológicos pueden cambiar drásticamente
la situación. Es lo que ocurrió primero con las arenas alquitranadas de
Alberta, Canadá, y poco después con el desarrollo del método de “fracking”, que
permite extraer hidrocarburos diseminados en rocas sedimentarias bituminosas de
grano fino. Este procedimiento consiste en inyectar a presión agua y arena a
través de pozos de rápida perforación, bajísimo costo (en torno a US1.5/m) y
corta vida (alrededor de un año). En EEUU, en particular en Dakota del Norte y
Texas, se han perforado 20.000 pozos desde 2010, llevando la producción de EEUU
al nivel de Arabia Saudita y a un costo de US$ 57 por barril (The Economist,
Dic. 2014). Esto ha restablecido a EEUU como exportador y llevado el precio del
petróleo a niveles peligrosamente bajos (US$54 /barril, el 31 de Dic.). Por
otra parte, las rocas productivas están ampliamente distribuidas en el Mundo,
lo que puede tener inesperadas consecuencias geopolíticas.
Hace sólo
dos o tres años vivimos una etapa de euforia en nuestra minería del cobre, con
anuncios de nuevos proyectos por cerca de cien mil millones de dólares.
Afortunadamente, no llegaron a concretarse, porque podrían haber generado una
peligrosa sobreoferta del metal de aquí a algunos años. Cómo señala V.
Maksaev ( Depto. Geología U.Ch., Dic. 2014) en un claro artículo, el
llamado “superciclo del cobre” fue producto del crecimiento brusco de la
demanda de cobre de China y otros países asiáticos, la que no pudo ser
satisfecha por los productores, Se trató en consecuencia de un fenómeno
pasajero, que no justificaba proyectos exagerados de expansión de la
oferta. En Chile, muchas de nuestras universidades respondieron a la demanda
estudiantil, fomentada por las informaciones periodísticas respecto a los
posibles proyectos y a los altos sueldos de la minería, abriendo carreras de
ingeniería de minas y de geología, sin tener experiencia previa en esas
materias (lo que ha motivado inserciones de prensa del Colegio de Geólogos
explicando la situación real a los posibles estudiantes).
Seguramente,
tanto el precio del petróleo como el del cobre se adaptarán a cifras
equilibradas respecto a los costos de producción y a las pasajeras
sobredemandas o sobreofertas que surjan. En el intertanto, los países más
dependientes o de mayor costo de producción, como Venezuela, experimentarán
dificultades importantes. Para Chile lo esencial es no olvidar que el mayor
riesgo radica en la sobreoferta de cobre y que necesitamos adoptar una actitud
más reflexiva y una mirada de largo plazo, que no ponga expectativas ni
exigencias exageradas sobre nuestro principal producto de exportación.